La emisión de hoy de Los Unos y los Otros –mítico programa de Andrea Politti–, volvió a escribir una ineludible página en el fantástico universo del talk show. En su última emisión, Agustina –una chica que va al frente– reconoció ser la admiradora secreta de Bruno, muchacho pelilargo mas bien tímido –y a quien Politti llegó a comparar con Humberto Tortonese–, y que permaneció con los ojos vendados hasta el final del programa, en que él terminó por reconocer y aceptar a su amante misteriosa.

A fuerza de prueba y error, el ciclo que conduce Politti se ganó un lugar de culto en la caliente programación de cada tarde. Unió familiares separados al nacer, recompuso noviazgos quebrados por infidelidades y hasta colaboró en pos de la desmesurada sinceridad de un hombrecito que le quería decir a su amigo que estaba enamorado de su hermana. Abundan situaciones por el estilo, casi de laboratorio, de novela mexicana, intrincadas y en la cornisa de lo inverosímil.

Pero esta vez, la propuesta era módica: una chica que le confesaba su amor a otro joven que tendría su edad, y mediante una serie de indicios, el programa guiaba a Bruno y le daba pistas para que fuera asimilando que su admiradora era Agustina.

Al aire, a Bruno le untaron el brazo con un montoncito de “deleitable mousse de chocolate semiamargo al onírico licor de cassis, coronada con semifredo de moras reposado sobre coulis de frutos rojos”, tal como detalló la conductora. Lanzada, Agustina lamió el brazo de Bruno, y lo hizo con mayor intensidad cuando Politti recordó que el cuerpo del chico “ha quedado sucio, y no va a haber servilleta”.

Bruno mantuvo los dientes manchados de chocolate y el misterio en torno a su pretendiente durante toda la emisión, aunque en más de un momento se vio tentado de salir corriendo del estudio –lo que implicaría haber dilatado sin sentido la revelación al final del programa, el desgaste de la tribuna que avivaba el juegueteo de la pareja y apuraría el ridículo de Agustina, que se hubiera quedado sin príncipe azul y sin respuesta a su declaración de amor.

Con abrazos que la misma conductora ordenó, la pareja se acercó de a poco: él con los ojos tapados y ella ciega de pasión. “Son raros los sentimientos, ¿no?”, respondió Bruno cuando le preguntaron si hubo química en el acercamiento en vivo. Él la palpó y la olió sin poder escucharla, hasta que llegó el cierre del programa, ambos pudieron verse –él la aceptó a ella, que ya había dicho que le gustaba Bruno– y se abrazaron. Hubo un dudoso beso. El resto será lo único que quedará librado a la imaginación del público.